Chile elegirá en segunda vuelta entre Kast y Boric a su próximo presidente




*** Los efectos de las elecciones en Chile mostraron que José Antonio Kast, candidato del Partido Republicano y seguidor ideológico de Augusto Pinochet, punteó las presidenciales, seguido por Gabriel Boric, de Alianza Dignidad, candidato de “centroizquierda” rechazado por los movimientos populares. La suerte de la presidencia se decidirá con un balotaje en diciembre** 

 CIUDAD MCY.- Chile celebró el domingo 21 de noviembre pasado las elecciones generales para escoger presidente, diputados y miembros de los 16 consejos regionales del país. El Servicio Electoral Nacional informó que como ninguno de los candidatos presidenciales consiguió reunir el 50% + 1 de los votos necesarios para obtener el triunfo, los chilenos irán a una segunda vuelta el 19 de diciembre próximo. 

 El resultado de la segunda vuelta de las elecciones dependerá del apoyo recibido para ambos candidatos. El economista Franco Parisi, que quedó tercero con algo menos del 13% de los votos en la primera vuelta, podría dar su apoyo a José Antonio Kast.

 Por su parte, Yasna Provoste, que ha dicho que nunca podría ser neutral ante el "espíritu fascista que representa Kast", es probable que apoye la candidatura de Gabriel Boric. 

 En estos comicios se confirmó en parte lo que habían vaticinado las encuestas de intención de voto: Kast fue el postulante más votado y avanzó a la segunda vuelta con el centroizquierdista Boric. Con los números de esta primera vuelta, el panorama de cara al balotaje es incierto. Kast seguramente cuenta con la totalidad de los apoyos del oficialismo y de la derecha, Boric tendrá los de la ex Concertación y también la mayor parte de los de Enríquez-Ominami. Kast, abogado de 55 años, obtenía 28,15% de los votos y Boric, 25,32%.

 El pase de estos candidatos a la segunda vuelta marcó un hito en la política chilena, porque fue la primera vez desde que volvió la democracia al país el presidente no pertenecerá a ninguna de las dos grandes coaliciones ideológicas que se conformaron tras el período dictatorial: la antigua Concertación y el bloque de los partidos de derecha que actualmente ocupa el Ejecutivo con Sebastián Piñera a la cabeza. Kast aboga por minimizar el papel del Estado y aumentar su eficiencia, disminuir el gasto público, reducir los impuestos y potenciar el libre mercado que consagró la constitución de Pinochet, aprobada en 1980 y que rige en la actualidad.


 El ultraderechista acaparó el descontento de aquellos que vieron en el estallido social un fenómeno violento e hizo bandera por la recuperación de la paz, a lo que sumó un discurso antinmigración y de garantías de seguridad en lo que respecta al conflicto indígena en la zona sur del país, donde él acusa un problema de terrorismo. 

 Pero la gran sorpresa de estas elecciones fue el tercer lugar al que accedió Franco Parisi, candidato del Partido de la Gente (populista con giro al derechismo), un ingeniero de 54 años que vive en EEUU y ni siquiera viajó a Chile durante la campaña electoral, pero que, a pesar de ello, y basado en una fuerte campaña en redes sociales logró 13,19% de los afectos. 

 Más atrás, con 12,39% se ubicó Sebastián Sichel, quien era el postulante de la coalición oficialista Chile Podemos Más, y quinta se situó Yasna Provoste, la candidata de la coalición Unidad Constituyente, sector heredero de la vieja Concertación, con 11,87%. 

El oficialista Sebastián Sichel reconoció su derrota y ya adelantó que en la segunda vuelta no votará por Boric. Atrás de Provoste quedó Marco Enríquez-Ominami, del Partido Progresista, con 7,62%, y último, con apenas 1,45% de las adhesiones, se situó Eduardo Artés, del sector ultraizquierdista Unión Patriótica. Boric, por su parte, señaló que “tenemos que trabajar por la unidad de los demócratas.

 Quiero contagiarlos de energía y de esperanza. “No va a ser la primera vez que partimos desde atrás”, afirmó tras manifestar su confianza en la victoria en diciembre. “Sabemos que será estrecha y difícil la segunda vuelta, pero la vamos a ganar”, remarcó. 

 Por su parte, Álvaro Elizalde, presidente del Partido Socialista, que apoyó la candidatura de Provoste, llamó a todos los chilenos a votar en la segunda vuelta en favor de Boric, sin “ambigüedades”. “Kast representa una amenaza para el país, un retroceso significativo”. 

Para él, “la amenaza que representa la opción de extrema derecha, lo que está en juego es demasiado importante”, agregó Elizalde. 

 UN “IZQUIERDISTA” ALEJADO DE LAS MAYORÍAS

 El resultado sorprendió a analistas en cuanto el país pasó, en poquísimos meses, de serias demandas de cambios sociales a un conservadurismo reaccionario de tintes fascistas. 

De haber levantado demandas que apuntaban a un fin del modelo neoliberal, ese domingo triunfó el candidato que promete una cristalización del modelo de mercado y el freno a todas aquellas reivindicaciones sociales. 

 La primera razón es nuevamente una baja participación electoral, similar a las presidenciales de 2017. En segundo lugar, la ausencia de candidaturas con las cuales se identifique el movimiento de la revuelta popular. 

La figura de Gabriel Boric, pese a competir en la coalición Apruebo Dignidad junto al Partido Comunista, nunca mostró empatía con el movimiento popular. 

 Este fue su gran desatino, que inhibió la participación de millones de potenciales electores. 

La campaña le jugó en contra. Fue un proceso de conciliación con los poderes fácticos y un alejamiento de las necesidades de las grandes mayorías. 

 NECESARIO UN FRENTE ANTIFASCISTA 

 Más allá de las causas de la derrota de Boric en esta primera vuelta, lo que más preocupa es el escenario autoritario y regresivo que se abriría con un triunfo de Kast en la segunda vuelta. 

Por la gravedad del momento, desde los sectores populares se plantea la necesidad de abrir un gran frente de unidad nacional contra el fascismo, para lo cual Boric requiere el apoyo de todas las fuerzas democráticas. 

 La eminente “salida” de la carrera presidencial de Sebastián Sichel indica el fortalecimiento de la candidatura de Kast por parte de la derecha oligárquica, la cual se propone con esta decisión jugarse con todos los recursos y medios posibles a su alcance a no perder la dirección política de oligarquía neoliberal. 

 La ruta de los autoritarismos antidemocráticos de las últimas décadas en América Latina y el Caribe ha usado, también, los mecanismos electorales para llegar al gobierno y de esa forma restaurar las formas agrietadas de la dominación y de la hegemonía neoliberal. Los casos de Brasil y Ecuador, Bolsonaro y Lasso, son ejemplos claros de esa situación. Ese camino es posible por diversos factores políticos. 

El más importante es la nula comprensión política por parte de las fuerzas políticas progresistas del peligro que constituye la presencia de candidatos y organizaciones políticas protofascistas o autoritarias. 

El problema central es que ninguna de las opciones que se presentan como alternativa a Kast o a una “derecha unida”, desde Gabriel Boric de Apruebo Dignidad; Yasna Provoste, de Nuevo Pacto Social, Marco Enríquez-Ominami del PRO a Eduardo Artés de UPA, cuentan con la confianza política amplia de la ciudadanía, ninguno de ellos logra romper la indiferencia y la apatía que expresa la ciudadanía sobre el proceso electoral en marcha.

 Boric genera rechazo y desconfianza entre los sectores más de izquierda de la alianza. Provoste es la representante de la decadencia política concertacionista y, sobre todo, de la democracia-cristiana y del socialismo chileno. 

 La candidatura de Enriquez-Ominami nació atrofiada; Eduardo Artés apeló a todos los símbolos de la izquierda, pero no convenció. 

 Las debilidades de estos cuatro son evidentes, pero tienen fortalezas políticas que solo unidas podrían ser alternativa para enfrentar y derrotar a Kast. 

 La unidad significaría abandonar la idea de que en la segunda vuelta electoral no se va a elegir solo un presidente, sino que se va a construir un gobierno nacional de transición entre el régimen político de la democracia neoliberal a una democracia social, plurinacional, antripatriarcal e inclusiva. 

 Todo eso con el fin de impulsar la transformación de la Convención en una Asamblea Constituyente; apoyar la aprobación de la Nueva Constitución Política, y convocar a nuevas elecciones presidenciales y parlamentarias de acuerdo con la nueva Carta Magna. 

 MARCOS GAVIDIA

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